Bosch no sabía?


Por Manolo Pichardo
Listín Diario 6/8/ 2010.-
Alberto Despradel Cabral recopiló 18 cartas que le enviara Juan Bosch a José Francisco Peña Gómez entre el 1970 y 1972. Mi amiga y colega Peggy Cabral me regaló un ejemplar, y el mismo día, tras leer el índice y la presentación, interné mis ojos entre sus líneas poniendo más interés en algunas páginas amarillas, destacadas a propósito por ser copias fieles escritas a máquina y a mano. Me concentré con una manuscrita fechada en Santo Domingo el día 20 de noviembre de 1970, y en ella, además de redescubrir, por su sencillez y apego al ejercicio de la solidaridad, las condiciones excepcionales del fundador de las dos organizaciones más grandes del país, encontré respuesta a una pregunta que me he venido haciendo desde principios de los años 80.
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Pues resulta que un día que no puedo precisar, estando yo de servicio en la casa del profesor Juan Bosch, en la César Nicolás Penson, se me ocurre preguntarle al desmontarse del vehículo en que llegó junto a Juan Pichardo, su chofer: “Si Carlos Marx dice que la lucha de clases es el motor de la historia y afirma que luego del socialismo se construirá el comunismo donde no habrá clases sociales, ¿cuál será entonces el motor de la historia?
Sus ojos azules y bruñidos armonizaron con una leve sonrisa que sirvió de antesala para bromear: “¡Juan, no sabía que en tu familia había intelectuales! Juan Pichardo, El Primo, como le digo, rió a carcajadas. Acto seguido el líder morado me pidió que le acompañara y me llevó a su biblioteca, allí me mostró los tomos de Obras Escogidas de Carlos Marx y Federico Engels y me dijo que estaban a mi disposición e instruyó a Mildred Guzmán para que me permitiera entrar a consultar los libros cuando yo lo requiriera.
Me dejó solo y como un niño con un juguete nuevo y sin leer nada comencé a hojear los tomos y a descubrir las notas a mano que tapizaban las páginas; a leerlas para saber qué cosas escribía mi líder. Pero al abandonar aquel pequeño cuarto lleno de libros y algunos cuadros sencillos con las caras de los hombres que debí consultar, comencé a preguntarme por qué don Juan no me respondió y me puso a hundirme en sus libros. Con el tiempo pensé que no tenía la respuesta.
Tras leer la carta a que me referí al principio comprendí porqué don Juan me lanzó en brazos de aquellos libros, pues en el penúltimo párrafo le dice a Peña: “Es absolutamente indispensable que además de las materias de tu especialidad dediques siquiera una hora diaria ñtruene, llueva o ventéeñ a fortalecerte ideológicamente, pero no leyendo todo lo que te caiga cerca, sino de manera metódica. Tienes que estudiar cuidadosamente a Marx y a Engels y buscarte cualquier material complementario en el orden histórico y en el sociológico que te ayuden a comprender a sus autores. No leas por ahora intérpretes de ellos dos. LIMÍTATE A LEER DE LA FUENTE NATURAL (Mayúsculas mías)”. Aquí está la respuesta

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