Candidatura invencible


16 de mayo de 2011

La fortaleza de Danilo Medina, pre-candidato a la presidencia del Partido de la Liberación Dominicana PLD, está llevando a que sus contendores se llenen de terror, hasta llegar al extremo absurdo y desesperado, de incubar y llevar a cabo la descabellada idea de conformar un frente que trabaje en contra de que Medina alcance la nominación en los adentros de su franquicia política; al parecer, los artífices de ese conato, han perdido la perspectiva política, y es que ese hecho pudiera convertirse en un boomerang; esto es así, porque lejos de hacer daño, pudieran estar sembrando en la percepción de los electores peledeistas, que la candidatura del ex ministro de la presidencia, es invencible y que ante los umbrales de una derrota que cada día parece ser mas inminente, han decidido unir sus reducidas fuerzas para tratar de evitar lo inevitable.
Cuidado con esa espada de doble filo, porque al sacarla pueden autolacerarse, y las cicatrices les recordarían su inmadurez para intentar agenciarse el apoyo de las masas del partido morado.

Hasta el próximo comentario.
Obed pichardo.-

SOY DANILO


Por Mihail García Pichardo. 5-5-11

Escuchar la forma en como comunica sus planes para nuestra nación, ver como siente el dolor de los más necesitados, analizar la factibilidad de lo que dice, esas son solo partes de las razones por la cual la propuesta de este candidato va calando en el sentimiento de los y las dominicanas.

A muchos le surge la duda de si es posible que dichas propuestas se puedan cumplir, a ellos debo decirles que vasta solo con ver como se van entrelazando cada uno de los puntos de su propuesta de gobierno para darse cuenta de las mismas son fruto de un trabajo de varios años de estudios de la realidad social, política y económica del país por lo que se garantiza que estas líneas programáticas son totalmente aplicables.

Ahora bien para su aplicación debemos asumirlas como nuestras y sentirnos y convertirnos -como diría Antonio Isa Conde- en fiscalizadores de su cumplimiento, esto debe ser así porque la aplicación de las mismas nos llevara al tan anhelado sueño de una sociedad mas prospera. Es tarea de todos los que soñamos y queremos una sociedad mas justa, mas prospera, con educación y empleo de calidad cargar esta candidatura en nuestros hombros y no descansar hasta llevarla al solio presidencial.

Yo ya la he asumido, YO SOY DANILO… y tu que esperas?

La izquierda democrática (15)


Manolo Pichardo

La consigna de “Europa a dos velocidades” que la UE levantó con la intención de terminar con el estancamiento que afectaba el avance del proceso unificador y que se sustentó en un programa que tuvo como propósito destrabar los desacuerdos que generaban las asimetrías económicas, debe ser asumida por los países que componen el Sistema de Integración Centroamericana (SICA).

Así las cosas, Belice, que tiene objeciones para integrarse a los órganos políticos del sistema alegando que su tamaño no le permitiría, por ejemplo, tener una representación similar al resto de los países que integran el Parlamento Centroamericano, PARLACEN, porque su presencia en esta entidad de carácter regional superaría en número al congreso de su país, debería acogerse a las facilidades que da el nuevo Tratado Constitutivo para contribuir con el avance del proceso integracionista.

Lo propio podría ocurrir con Costa Rica que se niega a pertenecer a los órganos políticos del sistema por razones diferentes. Ellos piensan que deben acogerse a los pasos clásicos de los procesos de integración que son: acuerdo de libre comercio, como primer paso; unión aduanera, como segundo; mercado común, como tercero, y por último, la unión política, que implicaría un parlamento y un banco regionales, y lo que se deriva de la existencia de estos.

Si los europeos caminaron por la ruta a que aspiran los costarricenses se debe a que razones económicas y no políticas le colocaron en la vía de la integración, cuestión que no ocurrió en el istmo, porque allí siempre ha estado marcada por cuestiones que si bien han rozado lo económico, el móvil fundamental anida en lo político.

En todo caso, de lo que se trata es de buscar salidas apropiadas para impedir un nuevo desgajamiento. El esfuerzo político debe provocar lo contrario, pues no sólo el istmo puede trabajar en la construcción de un espacio regional capaz de hacer frente a los desafíos que representa la creación de grandes bloques económicos y el surgimiento de nuevas potencias en el hemisferio y el mundo, sino que la parte insular de Centroamérica debe sumarse, para que de a poco, diseñemos una comunidad con espacio para las oportunidades.

Moverse en el terreno de la integración subregional tiene más posibilidades de éxito que la unión latinoamericana, ya que agotar el primer proceso nos llevará al segundo.

No resulta difícil para el progresismo en esta subregión arar en el terreno de la integración ya que la historia y la cultura ístmica son un aliado fundamental a la hora de concertar acuerdos y alianzas con el capital que sabe de los riesgos que corre si la aldea global sigue rindiéndose a los pies de las transnacionales que les arrinconan, y cuando es posible, les dejan participar del festín en calidad de socios pobres.

La izquierda democrática (14)


Por Manolo Pichardo

Razones históricas más que coyunturales explican el proceso de integración centroamericana, de ahí que el tema ideológico no marca en modo alguno, el interés del istmo por avanzar hacia la concreción definitiva de una unión que trascienda lo económico para abarcar lo político y cultural, como piensan los sectores más avanzados en la subregión.

Por ello, aquí los intereses del capital nacionalista de nuevo rostro y el progresismo en sentido general, pueden arribar a acuerdos con sectores conservadores para avanzar en la integración, como lo han concebido los istmeños desde que en 1821 decidieron construir una república democrática y moderna que no perduró, debido a que muchos de los líderes de entonces preferían ser cabeza de ratón y no cola de león, vocación que desgajó en cinco naciones el proyecto unionista que intentó sostener Francisco Morazán.

El espíritu integracionista del Presidente que dio su vida por restaurar el proyecto de una Centroamérica continental unida, se paseó de forma constante inspirando a uno que otro ciudadano con la intención de reeditar, por la vía de los acuerdos, sin el uso de la fuerza, el Estado confederado reencausado en 1991 con la firma del Protocolo de Tegucigalpa que venía precedido de 20 convenios que procuraban en principio crear una zona de libre comercio.

Visto el asunto desde este prisma histórico, resultaría fácil colegir que la integración, instrumento económico de que echamos manos para alcanzar el desarrollo los países de mercados pequeños como los centroamericanos, tiene más posibilidades de avanzar que allí donde no ha habido una cultura integracionista.

Esta facilidad despeja, como afirmé, las turbulencias ideológicas que pudieran surgir entre los que sustentan un nacionalismo social de mercado y las oligarquías dependientes del capital extranjero, que quieren mantenerse como utensilios de mesa que llevan a la boca de obesos capitales foráneos la comida de los famélicos productores nacionales.

La fuerza de la cultura integracionista que se ha venido forjando a lo largo de los años, mas el empuje coyuntural de buscar protección en acuerdos subregionales que nos blinden de la agresividad de los mercados que disponen hoy día de barreras arancelarias más débiles, pueden conjugarse para darle velocidad a una integración progresista en la Centroamérica ístmica e insular.

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