La izquierda democrática (14)


Por Manolo Pichardo

Razones históricas más que coyunturales explican el proceso de integración centroamericana, de ahí que el tema ideológico no marca en modo alguno, el interés del istmo por avanzar hacia la concreción definitiva de una unión que trascienda lo económico para abarcar lo político y cultural, como piensan los sectores más avanzados en la subregión.

Por ello, aquí los intereses del capital nacionalista de nuevo rostro y el progresismo en sentido general, pueden arribar a acuerdos con sectores conservadores para avanzar en la integración, como lo han concebido los istmeños desde que en 1821 decidieron construir una república democrática y moderna que no perduró, debido a que muchos de los líderes de entonces preferían ser cabeza de ratón y no cola de león, vocación que desgajó en cinco naciones el proyecto unionista que intentó sostener Francisco Morazán.

El espíritu integracionista del Presidente que dio su vida por restaurar el proyecto de una Centroamérica continental unida, se paseó de forma constante inspirando a uno que otro ciudadano con la intención de reeditar, por la vía de los acuerdos, sin el uso de la fuerza, el Estado confederado reencausado en 1991 con la firma del Protocolo de Tegucigalpa que venía precedido de 20 convenios que procuraban en principio crear una zona de libre comercio.

Visto el asunto desde este prisma histórico, resultaría fácil colegir que la integración, instrumento económico de que echamos manos para alcanzar el desarrollo los países de mercados pequeños como los centroamericanos, tiene más posibilidades de avanzar que allí donde no ha habido una cultura integracionista.

Esta facilidad despeja, como afirmé, las turbulencias ideológicas que pudieran surgir entre los que sustentan un nacionalismo social de mercado y las oligarquías dependientes del capital extranjero, que quieren mantenerse como utensilios de mesa que llevan a la boca de obesos capitales foráneos la comida de los famélicos productores nacionales.

La fuerza de la cultura integracionista que se ha venido forjando a lo largo de los años, mas el empuje coyuntural de buscar protección en acuerdos subregionales que nos blinden de la agresividad de los mercados que disponen hoy día de barreras arancelarias más débiles, pueden conjugarse para darle velocidad a una integración progresista en la Centroamérica ístmica e insular.

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