CANDIDATURAS, S.A.: Un negocio de alto riesgo.


Enpolitica.com 11-10-09
Por Nelson Gomez

En administración se define claramente los negocios por sus niveles de riesgos en la inversión del capital y su retorno; de manera que el capitalista prevenido define una planificación estratégica bien clara antes de iniciar una empresa, tomando en cuenta el escenario que le presenta el mercado. En la República Dominicana tenemos millares de ejemplos de inversiones hechas sin planificación ni estudios de mercado, protagonizadas principalmente por gente que hace fortunas rápidas fuera o dentro del país e invierte capitales en negocios de moda; por ejemplo, en los años 80 hubo una explosión exagerada de discotecas, y recientemente escuchamos el grito de los dueños tradicionales de bancas de lotería porque hay demasiadas sucursales aprobadas.

La política, cuyo origen viene con mismo desarrollo social del hombre en su organización como especie racional, ha evolucionado integralmente con el desarrollo económico de los pueblos, y las sociedades más organizadas han logrado delimitar la función de cada sector en la dinámica del poder, los medios de producción y la armonía de las clases sociales.

Las sociedades menos desarrolladas y con orígenes tan multinacionales, como los países de América Latina, son las que más padecen la corrupción en su funcionamiento institucional y económico, por lo que su sistema de partidos responde como parte de su estructura organizacional.

En esta dinámica, si descendemos al individuo como protagonista, podríamos comprender fácilmente la tendencia de moda de los inversionistas de capitales rápidos inscribiéndose en los partidos políticos y la metamorfosis de muchos dirigentes que participaban en ella por vocación de poder o servicio y que hoy se asocian a los empresarios o se convierten en inversionista de todo aquello de prospere por tráfico de influencias o manejo de informaciones. Eso no es viejo; lo que pasa es que ahora la apertura democrática y el poder la comunicación nos lleva de escándalo en escándalos.

La mayoría de las familias burguesas de la República Dominicana tienen este sello, aunque hoy les moleste tanto la famosa corrupción política.

Dentro de este comportamiento sociopolítico se expresa la lucha de clases en cada batalla electoral por el control del Estado con representantes de todos los sectores, pero cada día se nota la intención de muchos individuos invirtiendo fortunas para aumentar sus ingresos, limpiar su imagen o sus capitales dudosos.

¿Cuánto cuesta una candidatura?

Ningún estudio ha podido dar exactamente con la cifra real de costo de una candidatura, ya sea a presidente de la República, senador, diputado, síndico o regidor. Cada día se pone más costosa y hasta los puestos de dirección en los partidos políticos tienen su precio.

Es una ecuación compleja porque cada candidatura tiene un costo de acuerdo al tiempo que dure, mercado electoral, intensidad mediática, apoyo estructural y objetivos políticos.

Pero, tomando en cuenta las experiencias más recientes, haremos un ejercicio de aproximación de candidaturas legislativas y municipales: Si analizamos lo que gasta un aspirante a senador por una provincia como San Pedro de Macorís, con una población votante de 165,077 al 2006, podríamos concluir en que el ganador de ese proceso tuvo que invertir 231 pesos con 8 centavos por cada voto, en base a los 42,985 obtenidos, para un total de 9 millones 933 mil pesos.

Este cálculo parte del desglose en partidas que incluyen promoción visual, publicidad electrónica, sancochos, bonches, transporte, medicinas, comunicación, animación, caravanas, transporte, seguridad, mano a mano, velorios, novenarios, alimentos, bebidas, asistencia y operatividad organizativa electoral. La mística de las reuniones cerradas “secas” ha pasado de moda porque desde la apertura de los partidos quedan pocos locales abiertos y sus comités de base -u otro nombre que le defina- no se reúnen para discutir temas de educación, sino que se agrupan para negociar con los aspirantes a cargos electivos para definir sus exigencias con la condición de que ya no hay apoyo por proyectos de futuro sino “dando alante”. Cada proceso va dejando más exigentes a los dirigentes y simpatizantes porque la mayoría de los electos han hecho como el mosquito: pican y se van.

En el modelo de la dinámica electoral que los grandes partido políticos nos presentan al día de hoy los cuadros medios perdieron la capacidad de vender por paquete sus organismos de base para inducir los votos de sus empadronados, por lo que el clientelismo se hace más difícil para los inversionistas políticos, obligándolos a comprar al detalle.

Un diputado de una circunscripción del Distrito Nacional necesita no menos de 10 millones de pesos para tener una participación satisfactoria, aunque eso no le garantice la curul. En este mismo territorio, un aspirante a regidor debe pensar en unos 2 millones de pesos porque en la capital se ha puesto muy atractivo el pago de sus honorarios e incentivos. Es obvio que hay algunas excepciones, cuando se trata de aspirantes con una larga trayectoria política combinada con una buena integración comunitaria o una buena participación mediática porque esto les privilegia en su posicionamiento.

Desde este punto de vista, avalado por una cruda realidad social que lleva al individuo a ver la política como un medio de ascendencia económica o social, se puede concluir en que ya los proyectos electorales no son para una representación exclusiva de los partidos políticos, sino que se han convertido en un negocio corporativo o individual, pero de alto riesgo.

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