Manolo Pichardo - 12/4/2009Listín Diario
Mientras el Sol, que para estos días busca los brazos de Morfeo más temprano, se tendía sobre el manto crepuscular que le ofrecía la tarde, una llamada telefónica me asalta.
Un “hola Manolo” escucho del otro lado. Era un viejo amigo joven, dirigente del PLD con el que no conversaba hacía tiempo. Tras su saludo y mi lacónico: ¡Qué tal Fernando!, inició un monólogo que me llevó posteriormente a reflexiones y discusiones con otros amigos formados en la escuela del viejo Bosch. Hombre de extrema paciencia y de temperamento ligero, parecía otro.
“He seguido de cerca los últimos procesos de nuestra organización y veo como nos van robando el partido”, comenzó diciendo para continuar casi sofocado y sin aparente asombro: “Los que nos adversaban desde el Partido Reformista y el PRD cuando construíamos este proyecto, ahora, como dueños y señores de lo que levantamos nosotros, nos adversan internamente y, con los métodos que trajeron, nos vencen, nos aplastan”.
No toma aire, casi no respira para seguir diciendo que “las reglas impuestas por estos nuevos dirigentes entre comillas no sólo desvanece el sueño por el que nos organizamos en el partido, porque para ellos y algunos viejos cuadros de la cúpula la toma del poder se ha convertido en un fin, por lo cual no hay esperanzas de transformar la sociedad para hacerla más próspera y justa; la prosperidad para ellos es individual.
¿Me entiendes? Nuestra utopía anda en banda como aquellas chichiguas que volábamos”.
“Fíjate, apostilló, la dirección política expuso a Bidó, al permitir, hace unos años, porque esto es viejo, que se enfrentara por una diputación con un personaje que hasta hacía meses cuestionaba las obras del gobierno. ¡El individuo le ganó a Bidó, Manolo! como otros que patean a cuadros viejos, a cuadros nuevos muy buenos, desplazándolos o cerrándoles las puertas a cargos electivos en el Estado y hasta el partido, cerrándoles las puertas en el gobierno”.
Sin darme chance para ofrecer mi opinión concluyó: “Tengo que cerrar, pero debo decirte que lo peor es que nuestra formación nos joderá, porque no podemos protestar, no podemos hacer nada, ya que haríamos daño al Partido ¡Qué ironía! ¿Qué es lo que daña pues?”
Un “hola Manolo” escucho del otro lado. Era un viejo amigo joven, dirigente del PLD con el que no conversaba hacía tiempo. Tras su saludo y mi lacónico: ¡Qué tal Fernando!, inició un monólogo que me llevó posteriormente a reflexiones y discusiones con otros amigos formados en la escuela del viejo Bosch. Hombre de extrema paciencia y de temperamento ligero, parecía otro.
“He seguido de cerca los últimos procesos de nuestra organización y veo como nos van robando el partido”, comenzó diciendo para continuar casi sofocado y sin aparente asombro: “Los que nos adversaban desde el Partido Reformista y el PRD cuando construíamos este proyecto, ahora, como dueños y señores de lo que levantamos nosotros, nos adversan internamente y, con los métodos que trajeron, nos vencen, nos aplastan”.
No toma aire, casi no respira para seguir diciendo que “las reglas impuestas por estos nuevos dirigentes entre comillas no sólo desvanece el sueño por el que nos organizamos en el partido, porque para ellos y algunos viejos cuadros de la cúpula la toma del poder se ha convertido en un fin, por lo cual no hay esperanzas de transformar la sociedad para hacerla más próspera y justa; la prosperidad para ellos es individual.
¿Me entiendes? Nuestra utopía anda en banda como aquellas chichiguas que volábamos”.
“Fíjate, apostilló, la dirección política expuso a Bidó, al permitir, hace unos años, porque esto es viejo, que se enfrentara por una diputación con un personaje que hasta hacía meses cuestionaba las obras del gobierno. ¡El individuo le ganó a Bidó, Manolo! como otros que patean a cuadros viejos, a cuadros nuevos muy buenos, desplazándolos o cerrándoles las puertas a cargos electivos en el Estado y hasta el partido, cerrándoles las puertas en el gobierno”.
Sin darme chance para ofrecer mi opinión concluyó: “Tengo que cerrar, pero debo decirte que lo peor es que nuestra formación nos joderá, porque no podemos protestar, no podemos hacer nada, ya que haríamos daño al Partido ¡Qué ironía! ¿Qué es lo que daña pues?”
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