Greenspan y lo que de verdad se hundió


Carlos Alberto Montaner - LISTIN DIARIO 1/6/2009

Allan Greenspan dijo recientemente que los fundamentos sobre los que se sostenía su visión intelectual de la economía se habían derrumbado. Greenspan fue presidente del Banco de Reserva Federal de EEUU entre 1987 y 2006. Se le imputa una grave responsabilidad en la crisis financiera actual por haberse negado a regular el mercado terciario de hipotecas (derivatives).
El razonamiento que entonces esgrimió era muy discutible: no había nada especialmente censurable en que unas entidades financieras estuvieran dispuestas a correr riesgos extraordinarios adquiriendo como garantías de sus inversiones ciertas hipotecas subprime que unas personas sin suficientes recursos se habían atrevido a suscribir. Se equivocaba Greenspan.
No es verdad que no hubiera regulaciones. El hecho de que las normas no establezcan puntualmente que no se puede vender hipotecas sub-prime no quiere decir que esté permitido ocultar información, disimular los riesgos, mentir sobre la naturaleza de la transacción o invertir el dinero ajeno. Todo eso está prohibido.
Lo que sucedió fue que una parte sustancial del sistema financiero norteamericano e internacional se comportó como Alí Babá y los cuarenta ladrones, ignorando las reglas de la ética y las leyes vigentes. Con el código penal en la mano, si hubiera suficientes fiscales, jueces de instrucción y voluntad de actuar, literalmente miles de empleados y ejecutivos de la banca y de la Bolsa podrían acabar tras la reja o ser multados, aunque el mercado de las hipotecas subprime no esté regulado.
Pero más grave aún que este lamentable (y peligroso) problema es la forma en que pretenden solucionarlo: entregarles dinero a muchas de las entidades que lo crearon. Dinero, además, salido de la imprenta gubernamental, sin un correspondiente aumento de la producción o la productividad, lo que inevitablemente acabará generando una devaluación del poder adquisitivo de la moneda, empobreciendo a toda la sociedad, como siempre sucede con las emisiones de dinero “inorgánico”, palabra con que se califica en el tercer mundo a esta fraudulenta operación financiera.
Ante el desastre final, en lugar de propiciar que los culpables paguen por los resultados de sus acciones, el gobierno intenta sofocar el incendio con un río de dinero. Lo que se ha hundido no han sido las premisas intelectuales desde las que operaba Greenspan. Ha sido otra cosa mucho más importante: la convicción de que uno es moral y legalmente responsable de sus actos.

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