¿Bajar o subir el gasto público?


Por Julio Ortega Tous
LISTIN DIARIO 01/09/2009

Finalmente se anuncia que el país firmará con el FMI. Ese acuerdo lo hemos sugerido como necesario y positivo desde esta columna, a fin de enfrentar los embates que ha tenido sobre nuestra economía los dos choques externos que hemos tenido que aguantar. Primero el aumento de las materias primas en 2008. Después la crisis financiera norteamericana, que se transformó en una crisis económica mundial, y que perdura hasta nuestros días.

Muchos sectores han saludado el acuerdo. Lo que es obvio es que las ideas o intenciones difieren radicalmente. Por una parte está la vieja visión de FMI “fondomonetarista” tradicional. Aquel que traía la receta clásica neoliberal de bajar los gastos, subir los impuestos, cortar los gastos y amarrarle las manos al gobierno. Por eso es que vemos que algunos voceros de algunas organizaciones “saludan” el acuerdo creyendo que será “más de esa medicina”. Lo que es incomprensible es que sectores no políticos, que serían los primeros beneficiados con una reactivación del gasto y de la economía, también quieran ponerle un corsé al gobierno en sus gastos. ¿Preocupaciones electorales? Eso podrían tenerlo los partidos políticos, pero no los empresarios o los trabajadores.

Por otro lado está la visión que hemos defendido. El Fondo será un acicate para ampliar un programa masivo de inversiones públicas. Es lo que hemos llamado el “Fondo neokeynesiano”, que apoya el incremento del gasto público, como política anticíclica ante la crisis internacional. Esa transformación vino de la transformación de las políticas económicas de los países “dueños” del FMI. Estados Unidos tendrá este año un déficit fiscal de mas del 13,7% del PIB y no muy distinto el próximo 2010. Gran Bretaña anda por un déficit fiscal del 14,4% del PIB. Francia tendrá un déficit fiscal total de 8,2% del PIB. Japón, mas “moderado” tendrá un déficit fiscal del 6,8% del PIB y España, la séptima economía del mundo y muy presente en el ideario nacional, su déficit fiscal será de 9,8% del PIB.

Esos déficits tan elevados son el resultado de dos fenómenos: primero, los programas de salvamento de sus bancos y sistemas financieros. Segundo, los Programas de Estímulo a la economías vía el gasto fiscal en obras públicas y programas sociales. Casi el 100% de esos programas basados en aumentar los déficits se han hecho en base a un aumento gigantesco de las emisiones de deuda pública. Son contados los países que tenían fondos de reserva para los períodos de vacas flacas, como es el caso de Chile, o las economías exportadoras de petróleo que acumulan grandes superávits en sus exportaciones. Por ello, el FMI, el Banco Mundial y sobre todo, el Grupo de los 7 y el Grupo de los 20, en su reciente Conferencias extraordinaria de Jefes de Estado y Gobierno que tuvo lugar en Londres en abril de 2009, hizo un llamado en el sentido indicado y “aprobó” capitalizar los principales organismos de crédito multilaterales con un billón de dólares (un millón de millones). De estos, 500.000 millones irán al FMI y 500.000 millones más irán al Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales, como es el caso del BID para América Latina.

Países grandes como Brasil, Venezuela o Chile han hecho sus propios programas de estímulo sin asistencia del FMI. Sin embargo, México tuvo que girar en la nueva facilidad llamada Línea de Crédito Flexible (FCL) por 47.5000 millones de dólares. Colombia hizo lo mismo por 10.700 millones en la misma FCL. A los países de economías medianas, como los de América Central y República Dominicana se ha diseñado otro nuevo instrumento: el llamado Stand By Precautorio, que ha sido firmado por Guatemala, El Salvador y Costa Rica. Mediante este instrumento se aportan recursos cuantiosos a la balanza de pagos (FMI) y se moviliza el crédito de los bancos multilaterales (BID y BM). Como bien dijo el comunicado del Banco Central este nuevo acuerdo, nuevo además en su concepción, permitirá recuperar los recursos perdidos por ingresos fiscales producto del impacto de la crisis. También nos dará acceso a unos 1.500 millones del BM y el BID. Nos permitirá ir al mercado de capitales con costos más bajos de emisión para los 1.000 millones de dólares que se ha autorizado por el Congreso. Es decir, el nuevo acuerdo nos permitirá expandir el gasto, y acceder a recursos importantes para estimular el crecimiento y la producción.

Por ello, aquellos que han creído que esto es un nuevo tapaboca al Ejecutivo, para amarrarle los brazos, están equivocados y no saben lo que ha evolucionado el mundo. Igualmente, aquellos que acabaron con el país en tiempos pasados y que ahora hablan “del aumento desproporcionado de la deuda pública” que agarren este dato: al finalizar el gobierno de Guzmán, en 1982, la deuda externa, sin contar la interna, era del 35% del PIB. Al finalizar el gobierno de Jorge Blanco en 1986, la deuda externa era de 66% del PIB. Y en el caso más reciente, el de Hipólito Mejía, que encontró una deuda externa del 18% del PIB y total de 21%, la dejó nada más y nada menos que en 56% del PIB. Hoy, a pesar que el monto ha aumentado, la deuda pública, externa e interna total, solo representa un 35% del PIB y la externa un 24%.

Por ello, este acuerdo nos permitirá ir a los mercados internacionales a combatir la crisis internacional con importantes inversiones públicas, que combinadas con la inversión extranjera y nacional privada, nos permitirá volver a tasas de crecimiento como las tradicionales en los gobiernos del Presidente Fernández.

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