Manolo Pichardo | perspectivaciudadana.com | 08-04-2011
La desconfianza al Área de Libre Comercio para las Américas, ALCA, no sólo salía de las entrañas de los políticos de izquierda de América Latina, sino que movimientos sociales y todo tipo de organizaciones no gubernamentales sentían sospecha en razón de que las negociaciones no eran públicas ni democráticas, y por tanto pensaban que se trataba de una conspiración de los grandes capitales y de los EE.UU para imponer sus reglas de juego en todo el continente o colar su “Caballo de Troya” en el vientre de nuestros pueblos.
No podemos olvidar que el proceso de discusión del proyecto se da en medio del esquema unipolar que dejó por herencia el derrumbe del muro berlinés y la euforia de un capitalismo que se volvió arrogante, y que, mediante los organismos financieros internacionales, comenzó a mostrar su lado salvaje, imponiendo, ante una humillada y desarticulada izquierda, políticas de abandono hacia las grandes mayorías.
La fortaleza del capitalismo se constituyó en debilidad, ya que su arrogancia le llevó a imponer el sufrimiento con medidas de desamparo social que hizo despertar a los sectores progresistas que les trasquilaron e impidieron que hurtaran su lana; y lo hicieron convocando al progresismo junto a su espíritu combativo con la finalidad de articular una estrategia de alianza entre el capital nacional y el nacionalismo democrático, para poner freno a los que pretendían constituirse en amos y señores de la aldea global que describieron Marshall McLuhan y Bruce R. Powers.
Aniquilado el proyecto ALCA, los sudamericanos se concentraron en el Mercosur, conscientes de que la integración viene a ser un instrumento idóneo para definir proyectos subregionales de desarrollo que impidan que Uruguay y Paraguay, por ejemplo, se conviertan en naciones inviables; ya que el tamaño de sus economías no le permitiría de forma aislada alcanzar el desarrollo.
El Mercosur, que tiene como miembros a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay; como países asociados a Chile, Perú, Colombia y Ecuador, y en proceso de incorporación a Venezuela y Bolivia, va avanzando hacia la unión aduanera con la intención de llegar al mercado común, aunque para ello tendrá que armonizar algunas leyes y manejar en conjunto políticas macroeconómicas y sectoriales.
El Parlamento del Mercosur (Parlasur) es el órgano político de ese esquema de integración subregional con 18 diputados por país, designados por los parlamentos nacionales; pero que durante este año, 2011, serán electos mediante el voto popular y se aplicará la proporcionalidad de acuerdo a la población de cada país integrante, un paso que le da fortaleza al órgano y al propio sistema de integración por el que van apostando los hermanos del sur que no encontraron nicho en el ALCA ni se pudieron acomodar en el ALBA.
•El autor es periodista, dirigente del Partido de la Liberación Dominicana y diputado al Parlamento Centroamericano -PARLACEN-.
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